18 de mayo de 2024

Causa AMIA II: un fallo que refuerza la impunidad

El fallo de la Cámara Federal de Casación Penal sobre el encubrimiento del atentado contra la AMIA es un caso de manual de cómo crear una fake news. Mientras que el sentido del fallo, de 711 páginas, es reconocer el encubrimiento pero a la vez reducir las penas en la mayoría de los casos, la “noticia”…

El fallo de la Cámara Federal de Casación Penal sobre el encubrimiento del atentado contra la AMIA es un caso de manual de cómo crear una fake news. Mientras que el sentido del fallo, de 711 páginas, es reconocer el encubrimiento pero a la vez reducir las penas en la mayoría de los casos, la “noticia” es que la justicia argentina dio por probado que Irán y Hezbollah son los responsables intelectuales y materiales de los atentados contra la Embajada de Israel (1992) y la AMIA (1994). Es decir, hacer pasar por “justicia” el reforzamiento de la impunidad del estado argentino en la perpetración y encubrimiento de los atentados. Por Claudia Cinatti (La Izquierda Diario).

Es importante entonces establecer cuáles fueron los hechos. La causa que tenía la Casación en revisión era la causa por encubrimiento, la llamada Causa AMIA II, por la que fueron condenados en febrero de 2019 el ex juez Galeano (6 años de prisión por crear pruebas falsas y sobornar), el jefe de la SIDE bajo del gobierno de Menem, Hugo Anzorreguy (4 años y seis meses), Carlos Telleldín (3 años y seis meses por aceptar 400.000 dólares para incriminar policías boanerenses), los fiscales Mullen y Barbaccia, entre otros acusados, mientras que el expresidente Carlos Menem fue absuelto. Es decir, se trata de una causa conexa – sobre las irregularidades y desvíos de la investigación– que involucra a policías, funcionarios, servicios de inteligencia y jueces, entre otros. Y no las causas principales sobre los atentados, que están paralizadas desde hace años, y en el caso de la Embajada esperando en la Corte Suprema.Con el último fallo, la Cámara de Casación Penal confirmó las condenas pero redujo las penas de prácticamente todos los acusados, mientras que otros resultaron absueltos, entre ellos los involucrados en la llamada “pista siria” que tenía en la mira al empresario Alberto Kanoore Edul, muy relacionado con Carlos Menem. Como ha denunciado en varias entrevistas Laura Ginsberg, titular de APEMIA (Asociación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA), es un nuevo intento de negar la responsabilidad estatal en los atentados y perpetuar la impunidad que ya lleva 30 años.

La culpabilidad iraní es sostenida en los fundamentos del fallo por dos de los jueces de la Cámara –Carlos Mahiques y Diego Berroetaveña– pero no por la tercera integrante, la jueza Ángela Ledesma, que se encargó de aclarar que la “conclusión” a la que dicen haber llegado sus colegas “resulta ajena a la materia del proceso”.

En su fundamento de voto, Mahiques sostiene que uno de los móviles de ambos atentados fue una suerte de “castigo” de Irán por el cambio de política exterior implementado por Menem a principios de los ’90 (es decir las “relaciones carnales” con Estados Unidos) que derivó en la cancelación de contratos de tecnología nuclear suscriptos con Irán. Y que el atentado contra la AMIA “fue organizado, planificado, financiado y ejecutado bajo la dirección de las autoridades del Estado Islámico de Irán, en el marco de la Jihad Islámica, y con la intervención principal de la organización política y militar Hezbollah”, una expresión del “islamofascismo o islamoanarquismo” según el cual el “terrorismo” sería el medio utilizado para librar una “guerra revolucionaria” permanente.

En diversas entrevistas con medios afines, Mahiques se explayó sobre sus teorías y especulaciones. Dijo que los atentados eran parte de un “programa escatológico y apocalíptico para instalar un califato universal”, un objetivo más propio del Estado Islámico y Al Qaeda que de la República Islámica de Irán, gobernada por un régimen teocrático y opresor pero también nacionalista que aspira a consolidarse como potencia regional.

Como se puede apreciar, no se trata de hechos probados. La reiteración en el fallo de la necesidad de “acceder acabadamente” a los archivos clasificados de la ex SIDE es quizás el indicio involuntario de que falta mucho por investigar. El fundamento del fallo, más que “cosa juzgada” expresa las opiniones políticas de Mahiques, que hace propias definiciones como la de “islamofascismo”, término que puso en boga el presidente norteamericano George Bush (h) como justificativo “moral” de la ocupación militar de Afganistán e Irak y más en general de la “guerra contra el terrorismo”.

El sesgo político es inocultable. Mahiques sugiere la ruptura de relaciones diplomáticas con Irán, anuncia supuestas “fatwas” poniendo como ejemplo la muerte del fiscal Nisman (dando por probado de que fue asesinado también por Irán) y solicita a los poderes Ejecutivo y Legislativo instaurar el “proceso en ausencia” y la creación de “nuevas agencias federales para combatir al terrorismo” (que por ejemplo podrían intervenir en Rosario). La operación política alrededor de las conclusiones del fallo tiene derivaciones nacionales e internacionales. En el plano interno puede comprometer la situación judicial de Cristina Fernández de Kirchner en la causa que se le sigue por el Memorándum de Entendimiento con Irán. Es una causa floja de papeles, dado que el Memorándum fue aprobado por el Congreso y además nunca llegó a entrar en vigencia. Conviene recordar que los gobiernos de Néstor y Cristina siguieron sin matices por varios años la política norteamericana hacia Irán. Denunciaron al régimen de los ayatolas bajo los gobiernos de Bush hasta que, en la presidencia de Obama, la Casa Blanca cambió la política hacia Irán y adoptó una estrategia de negociación para limitar el desarrollo del programa nuclear del régimen iraní a cambio de normalizar las relaciones diplomáticas. El gobierno argentino de CFK acompañó este giro geopolítico con la propuesta del Memorándum.

La “Oficina del Presidente” celebró el fallo, o mejor dicho, la fake news de que la Cámara de Casación había determinado la responsabilidad de Irán y Hezbollah. En el mismo momento, la ministra de seguridad Patricia Bullrich ordenó reforzar la seguridad en edificios de la comunidad judía por temor a represalias.

Como todos sus amigos de la extrema derecha internacional, Milei ha sellado una alianza inconmovible con el estado de Israel, más precisamente con el gobierno de Netanyahu, los colonos y los partidos religiosos, que son la avanzada de las fuerzas de la reacción. Acaba de ser nombrado “embajador de la luz” por un sector ultra ortodoxo por su defensa incondicional del estado de Israel. En realidad Milei ha quedado casi como el único “embajador del genocidio” que está perpetrando el gobierno de Benjamin Netanyahu en Gaza, dado el enorme repudio popular y deslegitimación del estado sionista a nivel internacional por su política prácticamente de exterminio del pueblo palestino. Más precisamente, los aliados de Israel siguen bancando –como Estados Unidos y Alemania que proveen las armas para el genocidio y reprimen el movimiento de solidaridad con Palestina–. Sin embargo, a diferencia de Milei que no ve ningún “exceso”, intentan poner algún límite, negociar cuanto menos un “cese del fuego humanitario”. El presidente norteamericano Joe Biden, un sionista acérrimo pero que ve que la guerra en Gaza le puede hacer perder las elecciones, y trata de evitar que Netanyahu arrastre a Estados Unidos a una nueva guerra en Medio Oriente. El riesgo de una guerra regional se ha incrementado exponencialmente con el bombardeo por parte de Israel a la embajada iraní en Siria. Y si bien la respuesta de Irán por el momento fue limitada, se ha cruzado lo que hasta ahora era una “línea roja”.

La operación para instalar en la “opinión pública” la teoría oficial de que Irán ordenó los atentados –algo que no ha sido probado–, a tono con el “alineamiento automático” del gobierno de Javier Milei con Estados Unidos e Israel, es descarada. Lo reafirma el comunicado del gobierno tras la primera respuesta de Irán en represalia por el bombardeo de su embajada por parte de Israel, en el que respalda a Israel como “baluarte de la civilización Occidental” y cita el supuesto fallo de Casación.

El gobierno libertario-conservador de La Libertad Avanza adoptó como política exterior una versión recargada de las “relaciones carnales” de Menem, que sobreactuó su servilismo con Washington al punto de enviar tropas a la guerra de Golfo en 1990, transformando a Argentina en parte del teatro de operaciones de las guerras imperialistas y de sus aliados, como el estado de Israel.

En los últimos días Milei dio un espectáculo de servilismo extremo. Disfrazado de militar voló a la madrugada hacia Tierra del Fuego para recibir a la jefa del Comando Sur norteamericano, la “generala” (para ella sí vale el reconocimiento de género) de cuatro estrellas Laura Richardson, que llegó al país con una agenda de reforzar el alineamiento geopolítico, comercial y militar de Argentina con Washington en la disputa con China en América Latina. Vino a vender armamento de segunda mano y quedarse con el litio y otros recursos estratégicos. Como si fuera poco, el presidente además se comprometió a frenar la construcción de Atucha III y otras obras de infraestructura estratégica que contaban con financiamiento chino. Es urgente enfrentar esta política de saqueo imperialista y sometimiento colonial.

Respecto de la causa AMIA lo primero es esclarecer la operación política que se ha montado con el fallo de Casación, que busca ocultar el paso dado en la impunidad de los responsables del encubrimiento. Junto con esto, es claro que la justicia ha dado sobradas muestras de no estar interesada en la verdad de los hechos sino en simplemente ser instrumento de las necesidades de política interna e internacional del poder político de turno. Más que nunca es necesaria una comisión investigadora independiente con acceso a todos los archivos para esclarecer los hechos fuera de toda manipulación estatal.

Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Causa-AMIA-II-Un-fallo-que-refuerza-la-impunidad

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