24 de marzo de 2023

THE BEST BOMBO OF THE PAMPAS PERONISTAS AND EL TULA THE GREAT

El diario La Nación se burló de la ceremonia. Del bombo peronista se dijeron muchas cosas que lo califican de mítico y sagrado, o lo consideran símbolo maldito. Pero a nadie se le hubiera ocurrido que podría ser consagrado the best. Por Ignacio Lizaso NAC&POP 28/02/2023 En la monumental entrega de premios de la FIFA…

El diario La Nación se burló de la ceremonia.

Del bombo peronista se dijeron muchas cosas que lo califican de mítico y sagrado, o lo consideran símbolo maldito. Pero a nadie se le hubiera ocurrido que podría ser consagrado the best.

Por Ignacio Lizaso

NAC&POP

28/02/2023

En la monumental entrega de premios de la FIFA nuestro país arrasó en cuatro categorías: Messi, el Dibu Martínez, Scaloni y la hinchada fueron los vencedores.

El premio a la tribuna es un justo homenaje a los hinchas anónimos a quienes la adhesión a una camiseta, sea del clubcito de barrio, Boca, River o la celeste y blanca les permite sentir satisfecha la modesta, tan humana necesidad de ganar-a-algo en una etapa del mundo en que millones de personas viven en condiciones miserables todas las formas de la derrota.

Lo recibió el Tula, que pudo subir al escenario con las pilchas del tablón y el bombo, réplica del que le regalara a Perón en 1971, en Madrid. (Circulan dos versiones.

El Tula cumplió su juramento de llevarle el bombo al General.

Quiero retruco, cantó Perón – maestro también en este juego, en sus duelos con Discepolo – y el Tula retornó con un bombo nuevo).

¿Cuántas mujeres, cuántos hombres alcanzan la suprema popularidad de que baste pronunciar su nombre de pila o su apodo para que se sepa que se habla de ellos?

Carlos Pascual, el Tula, es uno de esos privilegiados.

Antes de llegar a la apoteósis de ayer, en Paris, su apodo viene siendo suficiente para identificarlo sin agregar palabra alguna.

Mérito que trasciende las charlas futboleras y las políticas.

El Tula es figura emblemática de la hinchada de Rosario Central y nunca ha dejado de proclamar que es peronista.

Cuesta establecer un paralelo.

Decir bandoneón se asocia automáticamente con Aníbal Troilo – que era el Gordo, o Pichuco – y Astor Piazzolla.

Si el instrumento es el bombo la asociación se bifurca: los sonidos que arranca Domingo Cura representan al aporte musical, los palazos del Tula son el paspartú de las fervorosas manifestaciones del acto político y la tribuna del Gigante de Arroyito (la «popu»), o el estadio Lusail Iconic de Qatar.

(Cuando en 1972 Mercedes Sosa grababa «Cantata sudamericana», con Cura en percusión, el Tula viajó a Buenos Aires, siguiendo a su Central, y se arrimó al estudio de grabación.

«Le hizo decir de todo al bombo, sin tener que pegar duro», fue generoso el elogio a Cura).

Su concurrencia a los mundiales es azarosa y cuenta con su picardía.

«Soy pobre, estoy en la intemperie. Me banca el pueblo y un amigo ruso», se le ha oído decir.

Pero hay quien le ha gritado en Qatar «sos un prócer», a este hombre que confiesa: «sólo tengo sexto grado».

Presunta limitación que autoriza a que diga orgulloso que es «canaya» (hincha de Central), minga de «ll».

Muestra de picardía: con el fin de juntar fondos para ir al mundial de 1990 les proponía a otros hinchas: si me das unos mangos te dejo que pongas tu firma en el bombo, mirá que no se borra más y recorre el mundo.

Cada firma, un sponsor.

El Tula siempre ha luchado contra la violencia entre los hinchas y fracasó en sus intentos de constituir una especie de entidad que los agrupe.

Durante las infructuosas gestiones, antes de un partido Central-San Lorenzo, el Tula y Milanesa, capo de la hinchada de San Lorenzo, izaron la bandera argentina en Arroyito.

El diario La Nación se burló de la ceremonia.

«En mi época en la tribuna había vino y piñas.

Ahora hay falopa y armas.

El fútbol pasó a ser un negocio para las barras bravas, los dirigentes y la policía, que cobra por 200 canas y manda 80″, ha dicho..

El rostro del Tula, presidido por una nariz que juega de centrojás, parece tallado en madera.

Una cara del estilo de las que dibujaba el caricaturista Luis J. Medrano.

La del memorable Osvaldo Ardizzone entraba en esa línea.

«Tuve la suerte de conocer a Perón, el hombre más grande de la historia argentina.

No me olvido que cuando me abrazó en Madrid hablamos del futuro y me dijo: ojo con China.

Eso fue hace 50 años.

Nada de Estados Unidos y Rusia. China», evocó – hablamos, dijo – en un reportaje muy anterior a su cumbre en Qatar.

Con el trofeo en la mano, su lenguaje franco y rante fue muy festejado.

 

Antes le tocó hablar al Dibu.

Le preguntaron por su ídolo y con sabia sencillez dijo: «mi vieja limpiando edificios 8, 9 horas y mi viejo, yendo a laburar todos los días».

Ni que fuera ahijado del Tula.

IL/



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