19 de abril de 2024

«Necesitamos una reforma agraria basada en la agricultura familiar»

Ricardo Sirotiuk preside la Federación de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar (Fonaf). Se trata de una organización nacional de familias de productores y productoras de todo el país, con tres representantes por las cinco regiones: Noroeste, Noreste, Cuyo, Patagonia y Centro. La Fonaf fue una de las impulsoras de la Ley 27.118 de reparación…

Ricardo Sirotiuk preside la Federación de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar (Fonaf). Se trata de una organización nacional de familias de productores y productoras de todo el país, con tres representantes por las cinco regiones: Noroeste, Noreste, Cuyo, Patagonia y Centro. La Fonaf fue una de las impulsoras de la Ley 27.118 de reparación histórica de la agricultura familiar (sancionada en 2014 y nunca reglamentada).

Quienes integran la Fonaf se dedican a actividades agrícolas, ganaderas, pesqueras, forestales, de producción agroindustrial y artesanal, de recolección, de minería artesanal y de turismo rural. En 2022, la Federación se incorporó a la Mesa Agroalimentaria Argentina.

Ante un nuevo año electoral, Sirotiuk realiza un balance de la gestión del gobierno nacional.

—¿Qué evaluación hace del gobierno del Frente de Todos en materia de políticas agropecuarias? 

—Más allá de haber recibido un país endeudado y de haber atravesado la pandemia, que no permitió trabajar de entrada en políticas generales, pienso que en la pospandemia el Gobierno se tendría que haber abocado de lleno a las políticas agropecuarias, de fortalecimiento de las economías regionales y de la agricultura familiar. Pero no hubo iniciativas para encarar los problemas que vienen desde hace años, desde las políticas de Mauricio Macri y de una Ley de Agricultura Familiar que se sancionó a fines de 2014 pero no se reglamentó. Desde la Fonaf estuvimos caminando todo el territorio y proponiendo esa ley. Pero, una vez sancionada, no hubo un impulso de las políticas agropecuarias para los sectores más chicos. La decisión de incorporar tres ministerios en el de Economía y reducir el Ministerio de Agricultura a Secretaría muestra que en este Gobierno no se le dio importancia a la agricultura. Es una razón clara para decir que no hubo iniciativas para apuntalar al sector en las emergencias y en las dificultades de financiamiento que tenemos.

Foto: Fonaf

—¿Considera que, en este año electoral, queda margen político para impulsar medidas para la agenda campesino-indígena?

—Si el Gobierno escucha a las organizaciones de base y podemos trabajar en conjunto las políticas públicas, queda margen. En eso estamos trabajando desde la Fonaf a través de nuestra reciente incorporación a la Mesa Agroalimentaria Argentina. Las organizaciones de productores que están en los territorio hoy están decepcionadas, muchas veces trabajando en fincas totalmente abandonadas por la falta de políticas. Siempre hay promesas pero falta ese fortalecimiento. Aunque no hay mucho tiempo, creo que el Gobierno tiene margen para revertir esta situación. Desde la Mesa Agroalimentaria Argentina presentamos cinco proyectos de ley, además de iniciativas de financiamiento y de fondos rotatorios para la generación de valor agregado. Si nos escuchan, hay margen para generar una política de financiamiento a la producción de alimentos, que es lo que le hace falta a la población. La agricultura familiar es la que le da alimentos a los pueblos y la que genera soberanía alimentaria. 

—¿Qué opina sobre la la creación del Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena?

—La Fonaf nace del Foro Nacional de Agricultura Familiar, espacio creado en 2006 en el marco de la Secretaría de Agricultura Familiar. En sus primeros años, Néstor Kirchner le dio un impulso muy importante. Y las organizaciones de la Fonaf estuvimos siempre, por nuestra participación, ligadas a la Secretaría. En ese contexto, la reciente creación del nuevo instituto cayó mal porque no se nos hicieron consultas al respecto. Por otro lado, la Secretaría de Agricultura Familiar no estuvo respondiendo en el último tiempo en cuanto a financiamiento o a asesoramiento técnico para el sector de las cooperativas y de las organizaciones productivas. El Instituto Nacional de la Agricultura Familiar es un ente autárquico y desconozco qué decisión política habrá de concederle fondos para que pueda generar las políticas que necesita la agricultura familiar.

—¿Qué expectativas tienen? 

—Las expectativas dentro de las organizaciones no son muchas pero tampoco podemos dejar espacios liberados: tenemos que estar en esos espacios. En este momento la agenda urgente, además de la financiación y la ejecución de proyectos, es la implementación de la Ley de Agricultura Familiar, del monotributo social agropecuario y del Registro de la Agricultura Familiar, que hoy está disperso.

Foto: Fonaf

—¿Qué le diría a la ciudadanía que aún no cree necesarias las políticas de acceso a la tierra y de soberanía alimentaria? 

—En las grandes ciudades, como Buenos Aires, Rosario, Córdoba, muchas veces no se entiende el sacrificio que implica la tierra y la producción, el trabajo que hacemos los 365 días del año en producción ganadera, hortícola, frutícola. Son producciones que tienen mucho riesgo, donde uno trabaja todo el año pero por una inclemencia climática puede perder toda la producción. Y cuando eso pasa, como pasó este año con las heladas, los precios de las frutas y verduras suben. A veces se ve en los canales de televisión que sube el precio del tomate, pero cuando baja y no cubre los costos de producción, no se comunica. Por eso tiene que haber un trabajo en materia cultural.

—¿Cuál es el rol de las organizaciones campesinas e indígenas en ese sentido? 

—Las organizaciones que estamos en la Mesa Agroalimentaria Argentina estamos tratando de llegar directamente al consumidor, mostrando cómo trabajamos, el impacto de las inclemencias climáticas, los tiempos de la producción y la agroecología como una forma de producir y comer sano. A esa tarea la tenemos que hacer las organizaciones ya que el Estado no la hace. A la vez, como parte de la Fonaf y como productor me enorgullece que la juventud de las cooperativas de trabajo de zonas urbanas que comercializan nuestras frutas y verduras nos pidan videos de dónde y cómo las cultivamos y el sacrificio que eso significa. Ese material luego se difunde en las redes sociales para la venta de los productos. Hoy se multiplicó la postura de defender la tierra, al productor y a la soberanía alimentaria de los pueblos generando vínculos directos entre el productor y el consumidor.

—Si tuviera que escribir el eje de política territorial, productiva y alimentaria para un programa electoral, ¿cuáles leyes o programas no podrían faltar en un próximo Gobierno?

—Los ejes son el acceso a la tierra y el problema del arrendamiento porque hoy se paga una fortuna para alquilar un terreno y poder producir. La agricultura familiar tiene un 60 por ciento de mano de obra para la producción de alimentos con muy pocas tierras. Es claro, además, que las economías regionales están olvidadas. También falta la reglamentación de la Ley de Agricultura Familiar y un cambio normativo que regule los agrotóxicos. Son leyes puntuales para generar un cambio en lo agrario y para que el pequeño productor no desaparezca. En un próximo Gobierno tiene que haber una reforma agraria basada en la agricultura familiar y en las economías regionales.

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