28 de marzo de 2024

Nac&Pop | EPIFANÍA

A 50 años del triunfo de Héctor Cámpora Aquél 11 de marzo fue para mí una revelación, una epifanía.y que se conjugó con el reciente descubrimiento del amor físico gracias a una compañera de la que guardo el mejor de los recuerdos. Por Juan José SalinasPajaro Rojo10/03/2023  Descamisados, Elecciones 1973, FAP, FAR, Fuerzas Armadas Peronistas,…

A 50 años del triunfo de Héctor Cámpora

Aquél 11 de marzo fue para mí una revelación, una epifanía.y que se conjugó con el reciente descubrimiento del amor físico gracias a una compañera de la que guardo el mejor de los recuerdos.

Por Juan José Salinas
Pajaro Rojo
10/03/2023

 Descamisados, Elecciones 1973, FAP, FAR, Fuerzas Armadas Peronistas, Héctor Cámpora, Jotapé, Juan Perón, Juventud Peronista, Montoneros, Peronismo

Aquél 11 de marzo fue para mí una revelación, una epifanía.y que se conjugó con el reciente descubrimiento del amor físico gracias a una compañera de la que guardo el mejor de los recuerdos.

Al poner en la urna la boleta Cámpora–Solano Lima toqué el cielo con las manos.

Todavía tenía 19 años, había comenzado mis primeros escarceos políticos luego de que muriera el Che.

Entonces, cuando tenía 14, y tras un somero, elemental análisis me había hecho peronista, a despecho de mi familia.

Y arrastré sin ningún esfuerzo a mi hermano Luis, un año y monedas menor, que lo pescó en el aire y que en tren de no ser siempre el segundo había visto la Cara de Dios antes que yo.

Mi primera, homeopática tarea militante, fue distribuir un puñado de ejemplares del periódico Con todo que dirigía y solventaba con las ganancias de su tintorería, el mayor Bernardo Alberte, quien había sido delegado personal del exiliado Perón en tiempos difíciles.

En la casa del preceptor del colegio Pueyrredón, Juan Leandro Hernández [1] quien nos había hecho el entre al movimiento (pronto tuvimos como ídolos a Cacho El Kadri y sus compañeros de las Fuerzas Armadas Peronistas caídos presos en Taco Ralo) Luis y yo nos reencontramos, entre otros compañeros, con unos primos políticos que habíamos dejado de ver unos años atrás, Guillermo y Rosita [2].

Digresión: curiosamente el nexo entre nosotros había sido mi tío –hermano mayor de mi madre– Fernando [3], que se había casado en segundas nupcias con una tía de ellos, Irene [4].

Mi tío nos sacaba a pasear a todos juntos (incluido mi hermano Pablo) apretujados en un pequeño auto alemán, de marca Isard del que hace poco me enteré por una de sus hijas, mi prima Mona, que se lo había regalado la masonería en reconocimiento a su protagonismo en la luctuosa jornada del 16 de junio de 1955, cuando el bombardeo de la Casa Rosada y la Plaza de Mayo dejó como saldo más de 300 muertos y unos mil heridos. [5]

Porque si los aviadores habían escapado todos hacia Montevideo, los infantes de Marina quedaron rodeados en la sede de la Armada (el actual edificio Guardacosta, sede de la Prefectura Naval, que por entonces dependía de la Armada) y se entregaron.

Su jefe, el almirante Benjamín Gargiulo se suicidó, pero los demás infantes fueron presos.

Mi tío fue uno de los que recibió las mayores condenas, 30 años de prisión.

Trasladado al penal de Santa Rosa, solo estuvo detenido 3 meses.

Volvamos al reencuentro con mi primo Guillermo en la casa del Gordo Juan (en la calle Blanco Encalada, Villa Urquiza) que estaba con otros compañeros suyos del 3º año del Colegio Nacional Buenos Aires, entre los que descollaba Carlos Ocampo [6].

Corría 1969, el año en que los astronautas de la NASA hollaron la luna, conocimos a Serrat y Los Olimareños y un comando mató al jefe de la UOM, Augusto Timoteo Vandor, tal como Perón le había advertido que iba a suceder.

Había otros compañeros que después se alejaron y no creo que les gustaría que los nombrase, pero a ese grupito que conformaba con Guillermo, Carlos y Luis se sumó Keny [7], un compañero de aula, con el que habíamos impulsado la creación de un Centro de Estudiantes del Pueyrredón (CEP) para disputarle la manija a los menches de la Coordinadora de Agrupaciones de Estudiantes Metropolitanas (CAEM, controlada por la FJC o “Fede”, a la que considerábamos bucólica, demasiado blanda con la dictadura) desde una agrupación que no casualmente, je, tenía idéntica sigla, Corriente Eva Perón (CEP).

Así que fue que conformamos una pomposamente llamada Agrupación Revolucionaria Estudiantil Nacional (AREN) que se reunía en una bohardilla que se encontraba en la mitad de la escalera de madera de la Acción Sindical Argentina (ASA) de los hermanos santafesinos René y Dante Oberlin y de Armando Croatto, quienes entonces integraban los Comandos Camilo Torres y seguidamente, como todos sus compañeros, pasaron a ser Montoneros. [8]

Era un Aren sin hache y sin mujeres, una especie de Club de Tobi sin la pequeña Lulu.

Haciéndonos cargo de ello y para remediarlo, Keny y yo nos fuimos a Lomas de Zamora a entrevistarnos con la bella Gabriela, alumna del Barker College, por entonces exclusivamente femenino.

Luego de comprometernos a poner la política por encima de nuestras virginales ansias sexuales, logramos incorporarla.

Tras ella, hubo alguna otra incorporación femenina, por lo que pudimos dejar de ser un club misógino y machirulo.

Seguidamente, nos enteramos que compañeros de Rosario y Santa Fe vinculados con la UEL (Unión de Estudiantes del Litoral) habían fundado el Movimiento de Acción Secundario (MAS) y que ya habían conseguido que algunos pocos estudiantes de Córdoba y Tucumán se referenciarán en ellos.

Guillermo y yo ya habíamos hecho dedo hasta Rosario y nos habíamos alojado en una pensión del Episcopado en la que uno de los pensionados era “Tacuarita” (Ángel Enrique) Brandazza [9], vinculado a las FAP como varios ex militantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT).

Asi fue que nos enteramos que en Rosario y Santa Fe existía el Movimiento de Acción Secundario (MAS), y que también había algunos compañeros afines en Córdoba capital.

En aquellas épocas en que no había celulares ni internet, y cuando incluso los teléfonos fijos eran escasos, los muchachos de Rosario y Santa Fe vinieron a la capital como mochileros y nos reunimos en pleno Barrio Norte, en la casa de Héctor Masnatta, un jurista que luego del triunfo peronista, en 1973, y hasta el golpe genocida de 1976, fue ministro de la Corte Suprema de Justicia.

Es que su hijo Mike –del que nunca más he vuelto a saber– era miembro de nuestro grupo, que dejó entonces la sigla AREN para adoptar la del MAS, con el solo compromiso de que todos elaboraríamos y compartiríamos los mismos materiales para hacernos conocer y ganar nuevos adeptos.

Abreviando: cuando el general Alejandro Agustín Lanusse decidió reemplazar al general Marcelo Levingston, a quien había impulsado para reemplazar al general Juan Carlos Onganía luego del Cordobazo y el secuestro y asesinato del dictador Pedro Eugenio Aramburu, y cuando seguidamente lanzó el llamado Gran Acuerdo Nacional (GAN) en abierto desafió a Perón, al que proscribió (tal como ahora se intenta proscribir a Cristina) a mediados de 1971, la primera Unidad Básica del llamado “peronismo combativo” (entonces nadie quería cargar con el sambenito “tendencia” que nos quería poner la derecha) que se abrió fue la “Felipe Vallese”, de Avenida San Martín y Campana, del lado de Villa Pueyrredón (cruzando la avenida es Devoto), pagos de Julio Isabelino Guillán, secretario general de la Federación de Obreros y Trabajadores Empleados Telefónicos de la República Argentina, Seccional Buenos Aires, FOETRA), que la solventó.

Esa Unidad Básica, preparada por los hermanos Eladio “Tate” y Oscar Martínez, fue inagurada en un acto en que el orador principal fue Guillán y los teloneros, por orden de importancia decreciente, Avelino Fernández (ex tesorero de la UOM opuesto a Vandor), otro sindicalista devenido puntero del PJ, Walter Vezza y yo, en representación de la Jotapé.

Por iniciativa de Tate, como tenía temor a dar mi nombre, me había rebautizado en los afiches con la convocatoria que se habían pegado en el barrio como “Roberto Roldán”, nombre, arguyó, de cantor de tango.

Recuerdo que hablé vistiendo una camisa blanca y marrón que mi padre, marino mercante, había traído de Singapur.

Desde entonces casi todos me comenzaron a llamar “Beto”, incluidos mis hermanos, para sorpresa y horror de mi madre, que seguía llamándome “Juanjo”.

Enseguida ingresé a los llamados “grupos intermedios” de las FAP donde conocí a muy queridos compañeres, Pepe, La Petisa, Ringo, ninguno de los cuales ninguno fue víctima mortal de la dictadura, aunque uno de ellos, ya fallecido, Ricardo Máximo Olivera, alías “El ingeniero Gorompito Schneider”, estuvo preso en Rawson.

Tras observar que las FAP habían quedado paralizadas por el enfrentamiento entre los leales a Perón (“oscuros”) y los críticos partidarios de una “alternativa independiente de la clase obrera” (“iluminados”), yo, que recibía en mi empleo (como cadete de un democristiano frentista, el tucumano Tito Parra) habitualmente los comunicados que en nombre del Comando Descamisados redactaba y enviaba sin firma su amigo Norberto Habbeger, me sentí muy atraído por ellos y conseguí que un compañero al que le tenía tanto cariño como respeto, ya mencionado y al que entonces llamaba Pepe [10], me secundara en la búsqueda de integrarnos a esa organización.

No había ningún compañero del MAS que quisiera integrarse a Montoneros.

La alternativa era entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias, como proponían Ocampo y Marcelo Gelman [11] y Descamisados.

Keny desempató para este lado, y poco después nuestros nuevos jefes Descas nos propusieron que quienes estábamos empadronados en el barrio de Montserrat (el centro secreto de la ciudad, según Borges) pasáramos a militar en la vieja Unidad Básica de la calle San José y México, en lo que era entonces la Circunscripción (electoral) 13 cuyo caudillo era Raúl Garre, padre de Nilda.

Quien fue nuestro anfitrión, el que nos hizo el entré, fue el “Mamut” [12], un muchacho proveniente de los “Demetrios” [13] cuya madre “Doña Rosa”[14] era habitué de esa viejísima Unidad Básica situada en la esquina de México y San José, cuyo secretario general se apellidaba Britez y su político más avezado en las roscas propias del Partido Justicialista, Damil.

Poco después, se produjo el ansiado regreso de Perón, al que con la consigna “Luche y vuelve” habíamos apostado absolutamente todo.

Recuerdo haber pasado tres días seguidos de euforia en la calle Gaspar Campos, cantando, entre otras cosas, aquello de “La Casa Rosada cambió de dirección, está en Vicente López por orden de Perón”.

Los viejos estaban muy contentos de tener, por fin, jóvenes consigo.

Pero poco después nos comunicaron, afligidos, que teníamos que desalojar esa ruinosa casona porque por una sentencia judicial iba a ser demolida y el solar entregado a un banco.

Para entonces ya éramos cerca de veinte los muchachos que íbamos casi a diario a la UB y decidimos, con la anuencia de los Descamisados, resistir el desalojo y permanecer en el lugar.

¡Estábamos en campaña electoral!

Así fue como los viejos se fueron y nosotros nos quedamos.

Desde allí, desde la Unidad Básica “La Patria Grande” se abrieron otras en San Telmo (Perú y Cochabamba) donde descolló El Lobo [15] y la de “Los Descamisados” de La Boca, que la abrió Keny que para entonces era “Polo” y muy respetado por los mayores afiliados al PJ.

A fines de 1972, Descamisados entró en bloque a Montoneros.

Nadie nos consultó y de todas maneras estábamos muy ocupados timbreando casa por casa, hablando con todos los vecinos y haciendo pintadas, algunas con un toque de humor, como “Campora Lima, Perón serrucha”.

Éramos varias decenas los muchachos que convergíamos cada día en la UB y seríamos muchos más después de aquel 11 de marzo (precisamente, llamábamos en broma a quienes se habían incorporado después de esa fecha magna así: “Agrupación 11 de marzo).

Tantos, que terminaríamos abriendo en la misma esquina locales del Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP) y de la Agrupación Evita de la Rama Femenina del PJ.

Esa epifanía que había comenzado con la campaña electoral e ido in crescendo hasta la elección, se mantuvo como éxtasis hasta la jornada del 25 de mayo, cuando Cámpora asumió flanqueado por los presidentes de Chile y Cuba, Salvador Allende y Osvaldo Dorticós mientras flameaban banderas empapadas en sangre de las últimas víctimas de la dictadura muertas minutos antes detrás de la Casa Rosada, y en la calle y por los micrófonos que tenían compañeros cantábamos a voz en cuello “se van, se van, y nunca volverán”.

Y los repudiados militares no pudieron desfilar, y luego de una larguísima caminata llegamos a la cárcel de Villa Devoto –que había sido tomada por los presos políticos, casi todos de organizaciones guerrilleras– y obligamos a que se los liberase, al costo de otros dos muertos.

Ya hablaremos en otra oportunidad de esa maravillosa, soleada jornada peronista.

Y de lo que aconteció durante la breve “primavera camporista”, que terminó abruptamente con el regreso definitivo de Perón a la patria y los tiroteos de Ezeiza, todo un parteaguas.

Interesa hoy destacar aquel éxtasis, aquella felicidad, conseguida en enorme medida porque con la lucha y con el Tío Cámpora a la cabeza habíamos vencido la proscripción de Perón y acabado con casi 18 años de persecuciones. Todo, todo parecía`posible.

  • NOTAS
  • [1] Más conocido como “el Gordo Juan” o “Fantasio”, le gustaba escribir y cantar canciones militantes, entre ellas el “Triunfo de las FAP”, que comenzaba diciendo “Fuerzas armadas tenemos, las peronistas…”.
  • [2] Rosa y Guillermo Pagés Larraya, ambos fueron desaparecidos por la dictadura.
  • [3] El capitán de Fragata (RE) Fernando José Suárez Rodríguez, conocido como “El Gallego” porque había vivido en España entre sus tres y sus 19 años
  • .Durante el juicio, exlicómuy convincentemente que él no sólo no había disparado un tiro, sino que incluso había advertido a los obreros peronistas que venían de Puerto Nuevo que no se aventuraran a ir hasta Leandro N. Alem porque podrían quedar en medio de fuego cruzado, lo que había valido que le dieran gracias en su carácter se supuesto “compañero”.
  • Pianista, novelista, dramaturgo, ambidiestro, campeón en hacer pajaritas de papel, admirador de los Estados Unidos, era anticomunista y antiperonista acérrimo, lo que dicho sea de paso mucho colaboró para mi adscripción al peronismo revolucionario.
  • Cuando la “Libertadora” nombró embajador en España a uno de los jefes golpistas. el contralmirante Samuel Sánchez Calderón, éste lo llevó consigo como agregado naval.
  • Hijo de quien había sido alcalde de Navia (Asturias) durante la República, el gobierno del generalísimo Francisco Franco pidió que lo relevaran luego de una agria discusión que tuvo que tuvo con uno de sus funcionarios.
  • [4] Irene Pagés Larraya, que falleció poco después de dar a Luz a la tercera y última hija de Fernando, de nombre Laura.
  • [5] Muchas de las actas de fallecimiento las recuperé yo mismo en una dependencia municipal de la calle Jean Jaurés (¿o Mario Bravo?) en mi carácter de miembro del Grupo de investigaciones Históricas del Archivo Nacional de la Memoria…
  • [6] Apodado “El Inglés”, era delegado telefónico. Fue secuestrado por la dictadura tras ser herido en un tiroteo en el que murieron los dos compañeros que vivían con él. Su cadáver apareció flotando en el río.
  • [7] Enrique Osvaldo Berroeta, luego conocido como “Polo”, “Tanguito” y por último, luego de haber sido secuestrado con su compañera y madre de sus cuatro hijos Julia Ruiz por la Fuerza Aérea siendo montonero delegado de los trabajadores municipales, fue conducido a la llamada “Mansión Seré”, en Morón, donde fue muy torturado, y luego llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde los otros prisioneros-desaparecidos lo apodaron “Pajarito” por su extrema delgadez. Fue arrojado al rio/mar en uno de los “vuelos de la muerte”,
  • [8] René y Armando, que fue diputado nacional y en cuya casa de Wilde estuve alguna vez, están desaparecidos. Dante murió en 2015.
  • [9] Fue secuestrado y asesinado por la inteligencia del Ejército. Es la primera víctima del Terrorismo de Estado que incorporó a su informe la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) creada por iniciativa del presidente Raúl Alfonsín.
  • [10] Se trata de Raúl Enrique Blanco, más conocido por su seudónimo literario, Teodoro Boot, que entonces se hacía llamar así y tras el ingreso a Descamisados pasó a llamarse Agustín, nombre que después le puso a su hijo primogénito. No tengo palabras para encomiarlo. Solo recomendar la lectura de su obra señera, a la que personalmente considero superior en su totalidad, escritos políticos y ficción –fíjense lo que voy a decir– a la del gran Arturo Jauretche.
  • [11] Secuestrado junto a su esposa María Claudia García Iruretagoyena y conducidos al centro clandestino de detención conocido como “Automotores Orletti”, en el barrio de Floresta, Marcelo Ariel Gelman fue asesinado a fines de 1976 junto a otros prisioneros que fueron metidos en barriles de petróleo rellenos de cemento y arrojados a un canal de San Fernando de los que fueron rescatados a mediados de los años ’80. En cuanto a María Claudia, con embarazo avanzado, fue llevada a parir al Hospital Militar de Montevideo y su hija entrega a un comisario de la policía uruguaya antes de que la asesinaran días antes o después de que cumpliera 20 años.
  • [12] Ricardo Stockdale. Su hermano mayor, Rubén, apodado Cao, fue médico de Montoneros y está desaparecido. Antes había desaparecido su esposa Inés Cobo, apodada “Juanita”. Estuvo secuestrada en la Escuela de Mecánica de la Armada.
  • [13] El Encuadramiento de la Juventud Peronista, llamado así por los demás sectores juveniles del peronismo a causa de que ese era el nombre de uno de sus dirigentes.
  • [14] Susana Cardillo.
  • [15] Enrique Bustamante, apodado familiarmente “Bebe”, que sería secuestrado y desaparecido junto a su pareja, Iris Nélida García, apodada “La Gallega”.



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