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METRALLA MEDIÁTICA CONCENTRADA, UNA VEZ MÁS, EN CFK.

“Encerrada”, “peronismo huérfano”, “desesperación kirchnerista”, “Cristina en shock”, el peronismo “prepara el relevo”, son solo algunas de los títulos y definiciones políticas de Clarín y La Nación

Los medios opositores no mintieron, acaba de ser extendida en seis meses la cautelar que beneficia a las grandes empresas proveedoras de conexión a internet, con el Grupo Clarín en primer lugar.

Por Hugo Muleiro

La batería de acciones del aparato judicial contra el oficialismo y puntualmente contra Cristina Kirchner, más su intervención en público el viernes 10, renovó los bríos editoriales para sentenciar, una vez más, el ocaso de la Vicepresidenta, empujar su relevo en el Justicialismo y hasta reprochar a los jueces de Los Abrojos por no haber recurrido a la figura de la asociación ilícita.

Esta energía puesta en quien a la vez es descripta en su ocaso político, condición ineludible para que el peronismo vuelva a ser lo que era antes del kirchnerismo, comprende el ya viejo anhelo de verla “encerrada”, como deslizó Clarín en su tapa del domingo, detrás de una metáfora malograda.

“Encerrada”, “peronismo huérfano”, “desesperación kirchnerista”, “Cristina en shock”, el peronismo “prepara el relevo”, son solo algunas de los títulos y definiciones políticas de Clarín y La Nación solamente el domingo, después de las maniobras judiciales recientes, el discurso de Cristina Kirchner el viernes y el acto del sábado en Avellaneda, cuya consigna fue descalificada por La Nación e Infobae.

Como se sabe desde fines de 2021, cuando los medios opositores comenzaron a anunciar la condena en la causa por la obra pública y a calcular su impacto en el calendario electoral, los fundamentos (en verdad, solo la forma técnica de llamarlos) se llevaron el viernes siete páginas completas en Clarín y cinco en La Nación.

Además hubo un fenómeno que queda para la historia del periodismo: los “fundamentos” se difundieron a las 9, y a las 9.45 Lucía Salinas en Clarín y Hernán Cappiello en La Nación ya habían leído las 1.600 páginas publicadas, ya habían seleccionado párrafos salientes y ya habían escrito y publicado notas que, lógicamente, eran las primeras en las versiones en línea de ambos medios.

Y que nadie se atreva a pensar y menos a decir que hay componendas y acuerdos mafiosos entre jueces, fiscales y empresas periodísticas: corre el riesgo de ser llevado ante esa misma justicia, según el flamante anuncio que Sus Señorías hicieron contra la defensa de Cristina Kirchner.

Según se mire, esa amenaza expresa el corrimiento de los parámetros que la Vicepresidenta describió en Viedma: una negación de derechos inherentes a la democracia.

Y esa fue, justamente, la definición menos publicada el sábado:

Clarín la censuró, La Nación la mandó a unos párrafos perdidos.

Eso sí, los medios opositores no mintieron cuando en los artículos del 2 de marzo avisaron que la réplica a las denuncias y críticas del oficialismo a la justicia, incluidas las del Presidente en el mensaje ante el Congreso, llegaría por fallos y resoluciones: acaba de ser extendida en seis meses la cautelar que beneficia a las grandes empresas proveedoras de conexión a internet, con el Grupo Clarín en primer lugar.

Resumiendo, estas corporaciones usan a sus jueces para abatir una política pública.

A la vez, la Cámara Federal le sugiere a la jueza Copito Capuchetti que ya no investigue el intento de asesinato de la Vicepresidenta y eleve la causa a juicio, para cerrar toda posibilidad de explorar quién son los cabecillas políticos y quiénes financiaron las operaciones.

Fue una decisión “a estricta contramano” de la postura de Cristina Kirchner, se regocijó Clarín.

Luego de la tinta derramada para publicitar los “fundamentos” de la condena, los opositores subieron la apuesta.

En la nota “Ni inocente ni proscripta: encerrada”, Van der Kooy dice que los jueces hacen una descripción que pudo justificar cómodamente condenarla por asociación ilícita.

Como si obedeciera al mismo mandante, Morales Solá tipeó un párrafo idéntico.

Parece más una amenaza, un recurso que puede usarse en el futuro, que un reproche.

La pretensión de incidir en el regreso del justicialismo a la etapa anterior a 2003 se nota groseramente en la promoción dada el fin de semana por ambos medios al gobernador Schiaretti, un odiador furioso del kirchnerismo a quien se intenta beneficiar atribuyéndole, y parece un mal chiste, una postura “anti grieta”.

Si de impostores se trata, Clarín le está haciendo pasar una mala racha al alcalde Rodríguez Larreta, cuyos fondos multimillonarios en publicidad no parecen ser suficientes para contener la voracidad de la fiera.

Novedad llamativa:

Clarín vino a descubrir que hay inseguridad en la Ciudad y, en choque directo con el relato del precandidato, le dio espacio en dos tapas en cuatro días a acciones delictivas.

Igualmente sorpresivo, el miércoles dedicó dos páginas a las carencias de las escuelas públicas y a los reclamos por asaltos reiterados cerca de una de ellas.

Patricia Bullrich crece, escribió el domingo el jefe de redacción de Clarín, Kirschbaum, y el lunes 13 el diario insistió en la tapa.

Sus acciones y discursos incendiarios son apañados por Mauricio Macri, había escrito antes Carlos Pagni en La Nación.

Más aún, el comentarista dijo que la Pata y su patito Laspina fueron a pedirle a los banqueros que hicieran fracasar el canje de deuda en pesos propuesto por el ministro Massa.

La nota dice que los sacaron corriendo, pero no porque los banqueros sean buenos y no quieran estallidos, sino porque las condiciones del canje los favorecen ampliamente, eso siempre que no llegue un gobierno que no pague.



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