28 de marzo de 2024

Menos consumo de carne y anuncios que son sólo parches

Por Mariángeles Guerrero “No es que toda la gente se hizo vegana, sino que busca otras opciones como el pollo por el precio”. Así explica Miguel Saavedra —presidente de Frigocarne, frigorífico recuperado en Cañuelas— la disminución del consumo de carne vacuna en el mercado interno argentino. Al mismo tiempo que aumenta la elección de las…

Por Mariángeles Guerrero

“No es que toda la gente se hizo vegana, sino que busca otras opciones como el pollo por el precio”. Así explica Miguel Saavedra —presidente de Frigocarne, frigorífico recuperado en Cañuelas— la disminución del consumo de carne vacuna en el mercado interno argentino. Al mismo tiempo que aumenta la elección de las familias argentinas por el pollo o el cerdo, crecen las exportaciones de carne vacuna al mercado internacional, con China como el principal comprador. Mientras tanto, el Gobierno anuncia medidas de reducción de precios que se extenderían solo hasta marzo (y focalizado en grandes supermercados).

El ministro de Economía, Sergio Massa, anunció ayer el programa Precios Cuidados Carne. El mismo incluye siete cortes: asado, nalga, matambre, vacío, falda, paleta y tapa de asado, que mantendrán sus precios hasta el 31 de marzo y una pauta de aumento 3,2 por ciento hasta el 30 de junio. Aún falta definir los días en que se comercializarán los cortes estipulados, lo que se acordará con los supermercados nucleados en la Asociación de Supermercados Unidos, la Cámara Argentina de Supermercados y la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios.

Massa reconoció que la carne vacuna fue uno de los alimentos que más repercutió en la inflación de enero y que ese sector productivo fue afectado por la sequía. «Los productores podrán acceder a ayudas por hasta el 40 por ciento del alimento necesario para el feedlot», señaló. Los anuncios no abordan el problema de la reducción del stock bovino pero además refuerzan el modelo agroindustrial de cría de ganado. El ex presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial y titular del Instituto para la Producción Popular, Enrique Martínez, criticó los anuncios y señaló que la mirada del Gobierno «se acota a administrar una economía llena de pequeños nichos de poder abusivo». Y describió lo que hace el Gobierno: «Negociar, nunca cambiar».

En Argentina la comercialización de la carne vacuna está concentrada en grandes frigoríficos como FRIAR (ex Vicentin), Swift Argentina, Frigorífico Rioplatense, Ecorcarnes y Quikfood, entre otros. Estas firmas se nuclean en el Consorcio ABC (Argentina Beef Consortium) de Exportadores de Carne Vacuna.  

En 2019 la entidad se opuso a la intención gubernamental de intervenir Vicentin. Además, suscribió (junto a la Sociedad Rural y otras entidades similares de la región) al Acuerdo Mercosur-Unión Europea, en el que se lee: “La región es capaz de proveer a los mercados más demandantes y exigentes de proteínas de origen animal bajo condiciones competitivas”.

Cuando el Gobierno anunció, en 2021, el cierre de las exportaciones de algunos cortes, el consorcio manifestó su disconformidad. En septiembre de ese año celebró la apertura de la venta de vacas a China, decisión fogoneada por el presidente del consorcio, Mario Ravettino, con el entonces ministro de Agricultura, Julián Domínguez. Estos datos muestran el posicionamiento de los grandes frigoríficos del país en torno a la producción vacuna argentina.

Desde la economía social, Saavedra resume la situación: “Los frigoríficos le dan más prioridad a exportar la carne vacuna que a venderla en el mercado interno. Producen en pesos y cobran en dólares”. Y agrega que esa tendencia está asociada, entre otros factores, al desplazamiento de la ganadería respecto a la agricultura. Sobre los precios para el mercado interno, insiste en que es necesario apuntar a los intermediarios.

Footo: Telam

“No hay que ir solo a las góndolas, sino ver los intermediarios”

Según estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en 2020 el consumo de carne vacuna por habitante cerró en una media de 50,4 kilos anual, el nivel más bajo de las últimas décadas. El informe de la BCR indicó además que en 2010 cada habitante comía, en promedio por año, 58 kilos de carne de vaca, 35 kilos de pollo y ocho kilos de cerdo. Diez años después, el consumo de carne vacuna cayó a 50 kilos, el pollo pasó a 45 y el cerdo a unos 14 kilos per cápita. Por su parte, el consorcio ABC muestra que, entre 2017 y 2021 el consumo de carne de vaca disminuyó del 58,5 al 48,4 por ciento. En 2022, la cifra decreció al 47 por ciento.

Un reciente informe de la organización Barrios de Pie muestra que el 87 por ciento de las familias de barrios populares de 15 provincias argentinas ve amenazada su dieta por la suba del precio de los alimentos. Solo el 17 por ciento de las familias encuestadas come carne o huevo una vez al día. Y los cortes de carne vacuna más comprados en los barrios, por el 73 por ciento de los grupos familiares encuestados, son aquellos altos en grasa y de menor costo: falda, picada, osobuco y espinazo.

Los datos del estudio se condicen con lo afirmado por Saavedra: “Lo vemos diariamente. La gente que tiene empleo precario no puede hacer la dieta de la carne porque con el salario que tienen no llegan a cubrir la canasta básica”. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, entre enero de 2017 y diciembre de 2022, la carne aumentó —en promedio— un 249 por ciento en todo el país.

“Nuestro pueblo está acostumbrado a consumir carne vacuna. Si bien no hay mucha diferencia entre un kilo de carne y el valor de una pizza, la parte de proteínas es muy importante y es importante que el pueblo acceda a eso. Estamos dispuestos a colaborar para que en todas las mesas de los Argentinos pueda haber un plato de carne que se pueda pagar”, dice el presidente de Frigocarne.

—Una de las primeras iniciativas del gobierno de Alberto Fernández fue la presentación de Argentina contra el Hambre. ¿Qué ocurrió con ese programa?

—No funcionó porque se desactivó. Las empresas recuperadas fuimos a las primeras reuniones pero no hubo continuidad para establecer un plan y que cada sector provea un precio accesible para los salarios de nuestro pueblo. En ese aspecto se dio libertad al mercado y el mercado lo que hace es trasladar los precios al producto. Eso produjo una escalada que hoy no se puede frenar. Algunos aumentan por aumentar, otros por si acaso para no perder y no hay un precio testigo, ni siquiera en los alimentos de primera necesidad como son el pan, la leche, la carne o el aceite.

—¿Qué piensa sobre la política de regulación de precios que viene llevando en el último tiempo el Gobierno?

—No hay que ir solo a las góndolas, sino ver el tema de los intermediarios. En el mercado de la carne tenemos muchos intermediarios que no producen nada: el consignatario que lo compra al productor, el matarife que te trae la vaca. Cada uno le pone un precio para ganar y no contribuye en nada a la cadena. Todas las cadenas hoy tienen intermediarios que elevan los costos. Ahí hay que apuntar y buscar que la carne llegue del productor a la góndola. Cómo puede ser que lo que el productor saca con precio bajo llega a la góndola a un precio altísimo. ¿Quién se está quedando con esa diferencia?

—¿Qué proponen desde la economía social?

—Le propusimos al Estado tener un fideicomiso para que podamos comprar vacas, faenarlas, distribuir la carne y no tener que depender de los matarifes. No tenemos problemas de discutir con la Sociedad Rural, con las cámaras agropecuarias y frigoríficas, con los exportadores y toda la cadena. Pueden tomarnos a nosotros como precio testigo. Levantamos plantas que estaban muertas y las pusimos a operar. Estamos invirtiendo y si no estuvieran los intermediarios se podrían bajar los precios.

Mientas disminuye el consumo de carne vacuna, aumenta la de pollo y cerdo – Foto: Subcoop

Menos en las carnicerías, más en los puertos

Mientras se reduce el consumo interno, se disparan los precios en góndolas y el Gobierno ofrece medidas temporales, crecen las ganancias de las grandes exportadoras de carne argentina. Matías De Velazco, presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) indicó, en una nota publicada por Ámbito, que «entre enero y diciembre de 2022 el kilo vivo de carne, que es el valor al que vendemos los productores, subió 31 por ciento versus una inflación del 96 por ciento”. Y justificó el aumento por la baja en los precios internacionales, lo que redundó en una sobreoferta en el mercado interno.

El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina es un ente de derecho público no estatal, creado en 2001 mediante la Ley 25.507, y nuclea —entre otros— a representantes de la Sociedad Rural, del Consorcio ABC, de las Confederaciones Rurales Argentina (CRA) y del Ministerio de Agricultura de la Nación. Regularmente publica informes sobre las exportaciones de carne vacuna en nuestro país. 

Según los datos de este organismo, entre 2018 y 2020, las ventas a otros países se incrementaron en cerca de 48.000 toneladas. De ese volumen adicional, cerca de 35.000 toneladas tuvieron como destino a China, que representó el 73 por ciento del incremento de las ventas al exterior de carne bovina durante 2020, con relación al mismo periodo del año 2019. 

El reporte de diciembre de 2022 señala que las exportaciones de carne vacuna argentina crecieron en algo más de 54.000 toneladas desde 2020. De ese volumen adicional, cerca de 6000 toneladas corresponden a mayores despachos a destinos dentro de la Unión Europea y además se agregan unas 61.000 toneladas con destino a China.

El gigante asiático compró a Argentina 427.000 toneladas de carne vacuna en 2019, 462.000 en 2020, 424.000 en 2021 y 486.000 en 2022.

Sin política para aumentar el stock ganadero

Las vacas son —como explican los economistas Eduardo Basualdo y Nicolás Arceo en su ensayo Evolución y situación actual del ciclo ganadero en Argentina— bienes de consumo pero también de capital, que se retienen o comercializan según las fluctuaciones económicas. Durante la década del 90, la superficie agrícola se expandió de 21,2 millones de hectáreas (en la campaña 1994/1995) a 28,5 millones de hectáreas en la campaña 2003/2004. En un esquema productivo donde pesaban los valores agrícolas, los ganaderos y los financieros, la elevación de las tasas de interés internas fue determinante para el proceso de liquidación de ganado vacuno que se había iniciado en la década del 70.

El crecimiento de los rindes de la agricultura por la implementación del paquete tecnológico impactó en la reducción de las tierras dedicadas a la cría y a la concentración de los animales en los feedlots. Esta forma de producción repercute en la posibilidad de reproducción, tal como indica el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, puntualmente en términos de preñez y destete.

Con un total actual de 40 millones de cabezas de ganado bovino (según el Censo Nacional Agropecuario de 2018), pequeños y grandes productores señalan la reducción en el tiempo de esta cifra como un problema a resolver. Sin embargo, las medidas anunciadas ayer por el Gobierno apuntan a un modelo productivo ineficiente en términos ambientales pero también en relación a incrementar la cantidad de animales. Para Saavedra la tensión entre mercado interno y mercado externo está asociada a la poca participación que da el Gobierno a sectores como la economía social y a la falta de una política a largo plazo para incrementar el stock.

“En Frigocarne tenemos capacidad para faenar 20.000 animales pero estamos faenando 9000. Hay una disputa entre todos los frigoríficos por el stock existente. Ahora con la sequía el número de cabezas va a bajar y no hay una política de decir ‘vamos a producir más para exportar más’”, grafica. Mientras las y los comensales argentinos verán congelado los precios por el próximo mes y medio, el trabajador del frigorífico recuperado de Cañuelas es contundente: “Lo que están haciendo con las exportaciones es sacar la carne de la mesa de los argentinos para mandarla al exterior”.

Source

Deja una respuesta