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La NAKBA no cesa | ANRed

El proceso de la Nakba continúa con distintas formas, todas crueles e inhumanas, matanzas, represión militar- con muchos miles de presionaros, y asesinados -, demoliciones de casas, quemas de cultivos, arrancamiento de millones de árboles, confiscación de tierras tanto comunales como de propiedad privada y la implantación de los asentamientos con cerca de casi un millón de colonos para hacer inviable cualquier estado palestino independiente y para acabar con la esperanza de vivir con dignidad sobre su tierra. Por Jalil Sadaka*.

La Nakba, no es un hecho histórico guardada en el museo de la memoria, o el olvido, es el acontecimiento más doloroso, trágico e injusto vivido por un pueblo de la edad contemporánea.

La catástrofe de un pueblo arrancado de sus raíces llegó a su punto álgido el 15 de mayo del año 1948, después de que una parte de los palestinos quedaron sometidos a una ocupación y a un proceso acelerado para borrar su identidad y su historia, otra parte más de 700 mil fueron arrancados de sus propias tierras y hogares, para ser expulsados y condenados a vivir en los campos de la miseria en la diáspora. A partir de este fatídico año, los palestinos que se negaron a marchar fueron despojados hasta de sus propios nombres e identidades, a partir de entonces los palestinos del interior no se les permite llamarse palestinos sino “árabes”. Los palestinos de la diáspora, sin embargo, a pesar de los 75 años transcurridos, su sueño y su esperanza del retorno permanecen intactos, no solo entre aquella generación que vivió la Nakba directamente sino, de las generaciones posteriores, que nunca pudieron volver a su tierra.

La Nakba, pues no es un suceso, ni un acontecimiento efímero o pasajero sino, una tragedia que se transmite de generación en generación, por sus consecuencias físicas y lo más importante las psicológicas, agravado por la incapacidad o el desinterés de la comunidad internacional de imponer sus propias resoluciones, lo que genera una sensación de desesperación, incredulidad en los organismos internacionales y los gobiernos.

Al hablar de la Nakba los traductores nos encontramos con una gran dificultad para transmitir el auténtico y fiel sentido de esta palabra a otro idioma, su particularidad reside no solo, en su dramatismo sino, por ser el único caso en la historia de la humanidad que un pueblo entero es sustituye por inmigrantes extranjeros traídos de todos los rincones del mundo. Por lo tanto, optamos por usar el mismo término que utilizan los palestinos que describe este acontecimiento ocurrido en una fecha de 1948, pero no solo requiere ubicación definitiva en la memoria o en la historia, sino es un hecho continuado y vivido día a día.

 

La Nakba es un proceso que transcurre en cuatro fases:

1.-  La primera, fue una limpieza étnica, con la destrucción de más de 500 aldeas y poblados, su punto culminante se produce en 1948, cuando los sionistas expulsaron a más de 700 mil de palestinos, tras una guerra desigual, en medio de una ineficacia política y militar de los gobiernos árabes, y el apoyo incondicional de la potencia mandataria sobre el territorio, Inglaterra y la complicidad sorprendente de la llamada comunidad internacional, con el reconocimiento, bajo enormes presiones por parte de la gran potencia emergente los EE.UU, del estado hebreo por muchos países del mundo.

2.-  La segunda consecuencia se manifiesta en el sufrimiento de los palestinos que se negaron a marchar de los territorios ocupados en 1948, sometidos a lo largo de estos años a un proceso continuado para borrar su identidad, bajo un régimen de apartheid, llamándoles “los árabes de Israel”. Los métodos de Israel para lograr su desaparición no se limitan a la opresión directa, la humillación al confinamiento en algo parecido a una reserva, de pueblos y aldeas, con innumerables leyes que tienen por objetivos la destrucción de su identidad cultural religiosa, la confiscación de sus tierras, bajo un manto de silencio internacional.  A pesar de que su situación es extraordinariamente delicada como consecuencia del desmembramiento de su sociedad por los ocupantes, los palestinos del interior han mostrado y siguen mostrando una tenaz resistencia diaria, con su apego a la tierra, su capacidad de regeneración, consiguieron conservar su identidad, su cultura y mantener los lazos afectivos con el conjunto de su pueblo en la diáspora.

3.-  La tercera consecuencia, son los sufrimientos de los refugiados, expulsados por la fuerza y que viven o mal viven, en los campos de la miseria en los países árabes limítrofes con Palestina, donde además de la amargura del desarraigo, la humillación y la represión tuvieron que pagar un alto precio con su propia sangre especialmente en Jordania y Líbano, consecuencia de las persecuciones en estos y otros regímenes de estos países árabes.

4.-  La cuarto consecuencia comienza con la guerra de 1967 y la ocupación de lo que quedaba de Palestina, a raíz de esta guerra comenzó la segunda oleada de refugiados, otro episodio de la Nakba. En esta fase la resistencia armada palestina tomó, por primera vez, las riendas de su destino, con las consecuencias dolorosas conocidas.

El proceso de la Nakba, adquiere distintas formas, todas crueles e inhumanas, matanzas, represión militar- con muchos miles de presionaros, y asesinados -, demoliciones de casas, quemas de cultivos, arrancamiento de millones de árboles, confiscación de tierras tanto comunales como de propiedad privada y la implantación de los asentamientos con cerca de casi un millón de colonos para hacer inviable cualquier estado palestino independiente y para  acabar con la esperanza de vivir con dignidad sobre su tierra.

Los cuatro niveles de sufrimiento palestino se entrelazan para conformar un panorama único en la historia, un desastre nacional continuado. Pocos pueblos en el mundo han resistido incansablemente durante tantos años a un enemigo con una superioridad militar, y política tan aplastante.

Decimos que no se puede hacer una lectura de la Nakba desde la perspectiva de la memoria, porque este doloroso proceso no ha concluido y no se vislumbra su final, porque el enemigo ocupante, es racista, prepotente y sin que nadie esté dispuesto a poner freno a sus crímenes, y desmanes.

La Nakba, no es solo es un episodio pasajero, puesto que la ocupación enlaza el pasado con el presente y se proyectara sobre el futuro nuestro pueblo.  ¡Israel no quiere que tengamos ni presente ni futuro, después de intentar borrar nuestro pasado!

La ocupación militar israelí y la incesante represión a lo largo de todas estas décadas no ha conseguido doblegar a los palestinos ni en el interior, ni en la diáspora. Una muestra de que el proyecto sionista es inviable, ya que esto va contra la propia historia.

Ni las bombas nucleares, ni las sofisticadas armas, ni apoyo incondicional que recibe Israel de las grandes potencias encabezadas por Estados Unidos, le han proporcionado una verdadera sensación de seguridad, ni los muros más altos del mundo, ni los Check Points, ni la implantación de un régimen de APARTHEID, son capaces de garantizarle la seguridad que pide, puesto que carece del elemento imprescindible para sentirse seguro, que es la justicia y el derecho. ¡Hasta que las autoridades israelíes no asuman esta sencilla y elemental evidencia no habrá paz!

Los palestinos han vencido el miedo. Su lucha en el interior ocupado en demanda de sus derechos civiles y en defensa de su identidad, se complementa con la lucha en contra de la ocupación en Cisjordania y Gaza,  y la lucha de los refugiados por el inalienable y sagrado derecho del retorno de todos los palestinos a su tierra, para  vivir en paz,  libertad, igual que todos los demás pueblos de la tierra.

 

*Publicado en https:palestinalibre.org

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