8 de diciembre de 2023

LA MALQUERIDA

Y la historia de la niña y su papi lo demuestra con una puntillosidad que espanta …las relaciones entre los Macri son tannnnnn personales… Es de esperar, sin embargo, que en pocos años más, Antonia lleve estas cuitas al sillón de su psicoanalista. Y, por una vez, se haga justicia. Por Carlos Caramello Fm La…

Y la historia de la niña y su papi lo demuestra con una puntillosidad que espanta

…las relaciones entre los Macri son tannnnnn personales… Es de esperar, sin embargo, que en pocos años más, Antonia lleve estas cuitas al sillón de su psicoanalista. Y, por una vez, se haga justicia.

Por Carlos Caramello

Fm La Patriada

30 octubre, 2023

 

“Un hombre que no sea un padre para sus hijos
nunca podrá ser un hombre de verdad”.
Mario Puzo – EL PADRINO

«Para mi sorpresa, Antonia me dijo ‘papá, no hay alternativa.

 tenés que apoyar a Milei’.

 Si Antonia me dice eso, para mí es palabra sagrada«, lanza Mauricio Macri muy suelto de cuerpo, durante una entrevista en una radio de esas que son tan amigas que puede ponerse cómodo.

En grado de delirio, la política ha dado un giro tal que un candidato puede ser asesorado por su perro muerto, otra excandidata (ahora en apoyo del candidato) cubrir tuits escandalosos culpando a su nieto pequeño que, justifica, le roba el celular y el patrón de todos, el capo, el padrino, utilizar a su hija de 12 años recién cumplidos como pantalla de su falta de juicio político.

No es nuevo.

Antonia Macri nació el 10 de octubre de 2011, cuando su papá se bajaba de la competencia por la Presidencia de la Nación y esperaba un turno, como en el juego de la Oca. Pero, mientras el derrotero lo obligaba a tomar esa decisión, sus estrategas de campaña (entre los que seguramente ya se contaba el ecuatoriano Durán Barba) lo instruían en la necesidad de tener un hijo, básicamente como demostración de potencia:

Macri tenía, por entonces, 52 años y la paternidad -según los expertos- le conferiría una confirmación de vigor, fortaleza y energía.

Esta razón probablemente haya sido decisiva para la concepción de la criatura 9 meses antes de la definición de los comicios.

Desde esa lógica, Antonia vendría a ser una suerte de producto de marketing político.

Sofisticado.

Perverso, si se quiere.

Desamorado.

Pero evidentemente herramental.

Y la historia de la niña y su papi lo demuestra con una puntillosidad que espanta.

En la campaña de 2015, cuando la pequeña Macri no había cumplido todavía los 4 años, ya era parte de la comunicación en redes.

Una foto la mostraba junto al candidato tratando de alcanzar el timbre de una casa.

“Con  Antonia tocando timbres” rezaba la leyenda explicativa de la imagen tomada durante una recorrida en Luján y el slogan de campaña:

“Cada día somos más los que vamos hasta tu casa para escucharte.

Ni Antonia se lo quiere perder”.

Con el Papa

Para la historia mundial del periodismo fotográfico quedará la imagen tomada al Papa Francisco junto a Mauricio Macri y Juliana Awada, luego reunión formal que se llevó a cabo a fines de febrero de 2016.

El seño adusto, de pocos amigos, que mostró entonces el Sumo Pontífice aún sirve a los expertos en el lenguaje de gestos para referir al rostro del desagrado.

Carente de toda vergüenza (y probablemente también de Súper Yo), el entonces presidente de la Argentina volvió a mediados de octubre de ese año acompañado, esta vez, por Antonia porque, según él, el Papa se lo había pedido.

De lo conversado durante esa segunda reunión poco sabemos pero alguna idea nos deja la conferencia de prensa posterior que Macri dedicó íntegra a contar las preguntas que la pequeña de 6 años recién cumplidos le había hecho a Francisco.

Antonia: ¿Tenés papás?
Papa: Sí, pero están en el cielo
Antonia: ¿Dormís con esta misma ropa?
Papa: No, duermo en pijama
Antonia: ¿Qué comés?
Papa: La misma comida que vos.

Una vez más, la criatura concebida en un pase mágico de marketing político era utilizada por su padre para desviar la atención sobre los magros resultados de una reunión poco favorable.

Aerolíneas Argentinas

Corría noviembre de 2018. En una acción individual e inconsulta, Macri ya había traído de nuevo al FMI a la República Argentina.

Su imagen caía en picada pero él nos pedía que nos enamorásemos de Christine Lagarde.

En esos días -que no eran precisamente de gloria- el entonces presidente se obsesionó con Aerolíneas Argentinas: quería venderla.

Sólo el 4 por ciento de los argentinos viajan en avión.

Con el dinero que gastamos en Aerolíneas se pueden hacer dos metrobuses”, sostuvo.

Justo él que privatizó Futbol para Todos para construir 3.000 jardines de infante… que nunca hizo.

Pero lo más notable de aquella conferencia fue cuando explicó que Antonia, de 8 años, se había manifestado preocupada por la administración de nuestra línea de bandera.

De manera un tanto abstrusa (como tantas otras veces), el fundador del PRO planteó

Los gremios tienen que sentarse en una mesa y decir: es verdad. 

Yo no quiero más que mi hija me pregunte

‘papá, por qué te tienen que bancar todos los demás porque no se hacen la cosas como se deben hacer en Aerolíneas para que no requieran del aporte resto de los argentinos’”.

¡Sorpresa!

Una infante de 8 años preocupada por el devenir de una empresa aeronáutica.

O estábamos frente a una niña prodigio o…

Mauricio miente.

No fueron esas las únicas veces en que la pequeña Macri apareció en operetas de su padre:

desde una visita a una pizzería recién inaugurada en Escobar, a donde asistió acompañado por la pequeña para “probar los calzone de la nona” y avisarles a los comerciantes -que recién habían inaugurado- que “venía una recesión”, hasta las declaraciones del pasado agosto, cuando el ex presidente se sintió compelido a apoyar la campaña de jóvenes que se iban de la Argentina (montada por la Tribuna de Doctrina) y contó que Antonia -de 11 años- le había pedido irse a terminar sus estudios en el exterior.

“La saqué cagando” dijo, y completó el hipotético diálogo:

Si vos te vas, yo me muero.

 Te quedás conmigo”.

Puede que sí.

Que la quiera mucho.

Aunque uno tiende a pensar que en ese caso no la utilizaría como lo hace pero… vaya uno a saber:

las relaciones entre los Macri son tannnnnn personales…

Es de esperar, sin embargo, que en pocos años más, Antonia lleve estas cuitas al sillón de su psicoanalista.

Y, por una vez, se haga justicia.



Source

Deja una respuesta