CÓMO VIVIRIAMOS SI VENCIERAN ELLOS
Vamos hacia un ser humano común manipulado por la técnica… Se me ocurrió releer “1984”, el libro de 1949 del inglés George Orwell (FOTO), que había participado en la Guerra Civil de España (1936-39) como trotkista voluntario. Por Alberto Daneri NAC&POP 17/10/2023 En este momento crucial de nuestra historia, creo que es útil revisitar…

Vamos hacia un ser humano común manipulado por la técnica…
Se me ocurrió releer “1984”, el libro de 1949 del inglés George Orwell (FOTO), que había participado en la Guerra Civil de España (1936-39) como trotkista voluntario.
Por Alberto Daneri
NAC&POP
17/10/2023
En este momento crucial de nuestra historia, creo que es útil revisitar el pasado.
Nosotros conocemos el nuestro.
Pero la oposición, esa derecha recalcitrante, se remonta por una parte a 80 años atrás y en otra a 139 años.
Absurdo.
Se me ocurrió no ir tan atrás y releer “1984”, el libro de 1949 del
inglés George Orwell, que había participado en la Guerra Civil de España (1936-39) como trotkista voluntario, y por los conflictos que tuvo allí con los integrantes del Partido Comunista, se desilusionó y lo explicó en ese inmortal libro, que imagina lo que pasaría 35 años después de ser escrito.
Es una pena, Orwell: hoy sigue pasando. Basta leer a varios de los medios hegemónicos de la prensa, escuchar a ensobrados en sus canales de tevé, o a la gente (poco cultivada o no) que no teme volver a vivir la Pesadilla del macrismo o la Nueva (ya sufrida en el Proceso y en los años ´90) que busca imponer J. Milei.
No les importa la devaluación del 500 % que dejó Macri, ni que de la inflación del 24 % que recibió de CFK en 2015 pasara al 53 %
que nos dejó él en 2019 y la deuda impagable con el FMI.: el interés subió estos días, por el aumento de la tasa en EE.UU. de la Reserva Federal, de 7, 25 a 8, 40 %, lo cual exigirá pagar 3.200 millones de dólares más por año.
Equivale a todos los planes sociales y a varias construcciones en marcha; en un día hemos perdido la chance de edificar escuelas, hospitales, etc; la otra deuda a 100 años que nadie nombra y suma también ese interés, no el 5, 25 % de Bolivia.
Los mayorcitos afirman sin pudor que la deuda con el FM I. la tomó el invisible Alberto Fernández.
No es cierto.
Sólo avaló la “negociación” antipatriótica del ministro Guzmán y la hizo aprobar en el Congreso.
Gran error.
Quedó así sellada para las generaciones venideras.
El presidente Macri, tras perder en 2019, insinuó que el pueblo no lo había comprendido y merecía ser castigado.
Así, dejó correr dos meses el dólar y dejó al país otro regalito: 23.400 millones de dólares perdidos.
Verífiquelo.
Similar, quizás, a lo que realizó Hitler al saber que perdía la guerra, en sus últimos días.
Dijo “Este pueblo no me merece” y ordenó inundar los subtes
de Berlín, donde se refugiaban cientos de miles de hombres, mujeres, niños y ancianos.
Murieron.
Luego mató a su amante Eva Braun (tras casarse con ella, era un “legalista”) y se suicidó ese mismo día, el 28 de abril de 1945.
En realidad, temía que los rusos lo colgaran como los partisanos italianos lo hicieron esa misma mañana con Mussolini y su leal amante.
Cabeza abajo.
A Milei no vale demasiado analizarlo, pues cambia de opinión, para la gran gilada, cada noche.
Veo lo que nadie menciona: hace un tiempo afirmó que estudiaba la Torá, quería convertirse al judaísmo y ser el Primer Presidente
Judío en un país que exige por ley que debe ser católico.
Bien, está presente en muchos el antecedente de otro, musulmán, que quitó todos los derechos sociales, privatizó cuanto pudo y es, casualmente, el que admiran Macri y Milei.
Sí, Carlos S. Menem, uno de tantos “falsos peronistas” enamorado
de las Corporaciones.
Fue uno de los traidores más conspicuos.
Juraba ser peronista, pero Perón (e incluso Isabel fuera del poder) nunca lo recibieron.
Sin duda intuían la destrucción de nuestro pueblo -y de jubilados, 10 años con 150 pesos de salario- que efectuaría.
No sólo besó al asesino Rojas y firmó varios decretos anti pueblo, adrede los 17 de octubre, sino que vendió en 1997 la última nave que construyó Perón en los ´50; luego el regalo de su socio Cavallo al gobernar como ministro de De la Rúa: el Megacanje y el Blindaje, dos de las deudas más grandes de la historia (tampoco se sabe a
dónde fue a parar ese dinero) aquellos cacerolazos populares al no recibir la gente sus dólares depositados en los bancos, que éstos se llevaron en varios camiones a Ezeiza, autorizados por el breve presidente Duhalde.
Éste nos prometió devaluar el dólar un 20 % (de 1 peso a 1,20) y unido al siempre actual De Mendiguren lo devaluó 300 %: de 1 a 4 pesos, si bien más tarde bajó a 2,80, pero, oh casualidad, ni la comida ni medicamentos volvieron a ese precio del dólar, siguieron al valor de 4.
Para desgracia del ciudadano.
Más tarde aquella masacre desde la 9 de Julio a la Plaza de Mayo ejecutada por autos sin patente, sus 33 muertos y ese helicóptero huyendo con De la Rúa (quien por supuesto jamás fue condenado por aquellas muertes), cinco presidentes en una semana y el gobierno que recibiría Néstor Kirchner en 2003, con 54 % de pobreza y 27 % de indigencia.
Sí, jóvenes, esto ocurrió.
Ahora la pobreza es 40 % y los medios se escandalizan.
Miren aquel ayer.
No es el que muchos suponen sin leer, en base a redes y celulares.
Es otro, más duro.
Y no sucedió hace un siglo o más, sino apenas hace 22 años.
No aplaudan los insultos al Papa.
Piensen como piensen, acusarlo de comunista (el comunismo cesó en 1991) y “defender la justicia social”, como si ello fuese un crimen (y es un mérito) los refleja como ignorantes: es falso que defender la justicia social es “darle a uno sacándole a otro” (según Milei).
No, es terminar con la Desigualdad.
Con más impuestos a los ricos, como analiza Thomas Piketty en su reciente libro “El Capital”.
La única forma de cesar con los que dicen, como Macri en TV en 1999, “estoy harto de oír la palabra Desigualdad”.
Por cierto, al gobernar demostró que tenía esa idea.
¿Pero qué decía Orwell?
Basándome en parte en “Orwell y España” (1985) de Andrés Accotto, el autor inglés analiza lúcido la posición de los opuestos grupos que integran el frente interno: socialstas, comunistas, anarquistas y los republicanos que gobernaban antes de la rebelión de Franco contra su legítimo gobierno.
Llega Orwell a la conclusión de que los comunistas no procuraban aplazar la revolución hasta que se dieran circunstancias más oportunas, “sino por conseguir que nunca se produjera”.
Dice Orwell: “No tengo nada que decir de los simples militantes comunistas, y mucho menos de los millares que murieron heroicamente defendiendo Madrid.
Pero no eran éstos los que dirigían la política del Partido.”
Por eso escribe en 1949 ese notable libro.
¿De qué trata?
Es una pesadilla.
Sobre cualquier régimen “aparentemente” democrático, donde la ética es superada por nuevas técnicas. 1949: pocos años de la TV en EE.UU.
Para escasa gente.
Orwell imagina la acción en una guerra interminable, como la que el imperialismo inició en 1947 para imponerse en el planeta, lo cual logró sin problemas tras pocas décadas.
Cada día informa a todos el Ministerio de la Verdad a través de su pantalla gigante (receptora y trasmisora) donde se ve al Gran Hermano que todo lo ve y dirige y NO PUEDE equivocarse, según está inscripto en los muros, los techos, el piso y el aire.
El Partido lo controla, lo vigila, lo maneja todo.
Como los ayudantes de Macri, cuando escuchaban las conversaciones de los abogados con sus clientes en las cárceles, y también otros de su entorno espiaban a las principales figuras de su Partido con cargos importantes, e incluso a los adversarios (oficina de CFK) y a alguien de su propia familia.
¿Dónde nació eso?
En el siglo XVII con los Beato Paoli, origen de la Mafia siciliana u Honorata Societá.
Al Norte de Sicilia y cruzando el Estrecho de Mesina surge la región de Calabria, donde nacieron los familiares de Macri, y rige la ´Ndrangueta, iniciada en 1861 y actualmente la mayor exportadora
de droga dura a los EE.UU.
El espionaje en busca de traidores se hacía a base de chismes, por lo cual a veces se ejecutó como traidor a quien no lo era.
La muerte de Salvatore Giuliano en 1950 fue a causa de la traición de su segundo.
Fue comprado por el partido gobernante, que luego lo ejecutó.
Lo mismo ocurrió en EE.UU., donde Lucky Luciano (según un escrito del autor Arthur Miller, que pasó con él un mal momento en Nápoli) temía que lo asesinaran.
Las memorias del soldado Vincent Teresa lo relatan, y las de Joe Valachi, uno de sus mayores asesinos y quien confesó por vez primera el organigrama de la Mafia en EE.UU.
También se salvó de ser ejecutado el más inteligente de todos sus jefes (Frank Costello) quien tenía relaciones con jueces y políticos, a los que dominó por décadas.
En la puerta de su lujoso hotel de New York, a este N° 1 lo ordenó matar Vito Genovese, el N° 2 y aquél que viajó a Sicilia, ayudó al desembarco de las tropas aliadas y recibió como premio gobernar la isla un tiempo a su antojo.
La bala le rozó a Costello la frente.
Siempre elegante, habló con Genovese, le pasó sus negocios (él ya tenía una fortuna) y sellaron la paz.
Que se mantuvo incluso los años que Genovese dirigió la Mafia desde la cárcel.
Allí murió.
Hubo otro jefe al que el FBI espió (John Gotti) y con esas grabaciones lo condenó a perpetua.
El extravagante y elegante Gotti, al que el público lo seguía, murió a los 61 años, en 2002, en la cárcel.
Desde que aparecieron grabadores y teléfonos celulares es más fácil espiar y saber lo que hace el otro.
En el libro “1984”, el Poder controla en la calle, en la oficina, la casa, hasta el momento en que la telepantalla ordena tomar la pastillita y dormir.
Winston, el protagonista, vive creyendo que “cualquier sonido emitido por él sería registrado y escuchado por alguien y que, excepto en la oscuridad, todos sus movimientos serían observados”.
Hay cuatro ministerios: el de la Verdad, que se ocupa de la educación, los espectáculos, las noticias y las bellas artes.
En su edificio están inscriptas las consignas del Partido: “La guerra es la paz.
La libertad es la esclavitud.
La ignorancia es la fuerza”.
El ministerio de la Paz, que se ocupa absurdamente, de la guerra; el ministerio del Amor, que mantiene la ley, el orden; y el de Abundancia, la economía.
Todos los días se irradia, por la telepantalla, el ODIO, programa dedicado a Goldstein (aparente referencia a judíos, palestinos o quien fuere el enemigo para quien lee el libro) responsable de lo malo que ha ocurrido, ocurre u ocurrirá.
Contra él la Sociedad canaliza el odio de todos y el de cada uno.
Empleado en el ministerio de Trabajo, Winston debe reescribir los diarios, libros y documentos del pasado adaptándolos a la política del Partido.
Igual a lo que hizo Stalin con quien le dio el poder por orden de Lenin, Trotsky, a quien por su orden pronto se borró de las fotos con otros jerarcas y a quien Stalin ordenó asesinar por Ramón Mercader, el fanático comunista español.
También Winston, junto a otros, debe borrar de viejos textos los nombres de las personas que fueron “vaporizadas” (similar a “desaparecidos”) desde entonces.
El Partido puede ordenar que éste o aquel hecho “jamás ocurrió”.
Pero él mantiene una rebeldía secreta contra el Gran Hermano y el Sistema de vida que le impusieron, y escribe sus sentimientos en un Diario que trata de ocultar al espionaje de la telepantalla y del ministerio del Amor.
Un día se enamora de Julia, quien le pasa disimulada un papel con un “Te quiero”.
Allí se inicia una relación clandestina, en un bosque y luego en una pieza, que exhibe “el carácter subversivo innato del amor”.
Ambos conspiran contra el orden y suponen que su jefe, O´Brien, es tan contestatario como ellos.
Pero éste los delata y les hace encarcelar, pues defiende “el Orden”.
Winston es interrogado, golpeado y torturado; lo quiebran.
Para salvarse traiciona a Julia, que, por las mismas razones, lo traiciona a él.
Mientras está en la cárcel, Winston capta su ingenuidad al enfrentar al Partido, pues se entera de que “durante 7 años lo vigiló la Policía del Pensamiento, como si fuera un insecto cuyos movimientos se estudian bajo una lupa”.
Escribe en su pizarra, sin que nadie le dicte, lo que se negaba a aceptar: “La libertad es la esclavitud, dos y dos son cinco, el Poder es Dios”.
Principio de su fin.
El final del libro lo muestra frente a la telepantalla sin dudar ahora de nada.
“Contempló el enorme rostro.
Le había llevado cuarenta años saber qué clase de sonrisa era aquella.
Qué tozudez, exiliándose de aquel corazón amante. (…)
Pero todo alcanzó la perfección, la lucha había terminado.
Se había vendido a sí mismo definitivamente.
Amaba al Gran Hermano”.
FIN.
Vamos a un ser humano común manipulado por la técnica: la televisión que en la Argentina surgió cinco años después, en 1954, por la cual le ordenan el Odio y que mantiene vivo los traumas individuales y colectivos sobre su chivo emisario.
Revela el conformismo y la sumisión del ciudadano frente
a los mensajes de persuasión de los medios hegemónicos de difusión que lo bombardean en todas sus formas.
Si bien en el libro no surge la esperanza (porque el Todopoderoso Poder anula su rebeldía y lo derrota), cuando uno lo lee brota la ilusión de vencer al mal.
¿Plantea la posibilidad de que, con el conocimiento, logremos liberarnos?
No, es un libro sin moraleja, nacido del inconsciente de Orwell, el rebelde que no se entregó, luchó en su vida y enseñó sin duda a vivir una vida mejor.
Murió joven en 1950, a los 46 años.