28 de marzo de 2024

8M en el campo: “Hoy gritamos unidas por el acceso a la tierra”

Por Mariángeles Guerrero El Día Internacional de la Mujer Trabajadora recuerda las luchas en pos de poner en agenda las diferencias que había, hacia principios del siglo XX, entre los obreros y las obreras al interior de las fábricas. Quienes impulsaban este discurso entendían que no habría emancipación posible sin vencer también las desigualdades con…

Por Mariángeles Guerrero

El Día Internacional de la Mujer Trabajadora recuerda las luchas en pos de poner en agenda las diferencias que había, hacia principios del siglo XX, entre los obreros y las obreras al interior de las fábricas. Quienes impulsaban este discurso entendían que no habría emancipación posible sin vencer también las desigualdades con motivos de género. Con el correr de los años se convirtió en una fecha clave del calendario feminista y se fue visibilizando que las tareas no pagas que realizan las mujeres en el ámbito privado son esenciales para la reproducción del capital.

Más de un siglo después, la crisis ambiental y alimentaria que vive la humanidad llama a poner la lupa sobre ese 43 por ciento de la población que garantiza las frutas, las verduras, las carnes y las semillas que se sirven a la mesa o se venden en los mercados.

Gisela Volá / Subcoop

«Luchamos porque no se duerman nuestros sueños»

¿Por qué son importantes las mujeres campesinas? Ante esta pregunta, Fernanda Sáez de Tucumán explica que es «por la sabia intuición y resiliencia». La palabra sabia tiene los ecos de la savia propia de las plantas, y en esa imagen la joven productora se refleja: «Somos como las llamadas malezas porque cubrimos la tierra en pie de resistencia». Desde Misiones, Miriam Zamudio —referenta de Productores Independientes de Puerto Piray (PIP-UTT)— sostiene: «Somos las que preparamos el pan de cada día para nuestros hijos y con ese corazón vamos sembrando, cosechando y pensando en la alimentación de las familias consumidoras».

Mariana Chávez, de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT), trae los ecos de la lucha a través del viento patagónico: «Somos mujeres de las tierra, campesinas, trabajadoras del campo. Gestamos con nuestra vida el alimento, alimento-semilla, semilla-esperanza por nuestras hijas e hijos. Luchamos cada día por la igualdad de oportunidades, por la igualdad de derechos, por la dignidad, porque no se duerman nuestros sueños. Hoy gritamos unidas ¡Acceso a la tierra! Y exigimos que se cumplan nuestros derechos a la igualdad, a la educación y a la justicia». Desde Chubut, afirma: «Hoy más que nunca nos necesitamos. Unidas y vivas nos queremos».

Celia Mayorga es agricultora en Mendoza y forma parte del Movimiento Nacional Campesino Indígena-Somos Tierra (MNCI-ST). En este día, reflexiona: «Las trabajadoras del campo somos importantes porque trabajamos sobre la economía de las familias, rescatamos semillas y tratamos de darle valor a lo que hacemos aunque muchas veces no sea valorado. Trabajamos con la naturaleza y respetando el ambiente, con una conciencia de mujeres y de madres que miramos con otros ojos la alimentación a través de lo que producimos».

La zona del conurbano bonaerense es la más poblada del país. Allí, bajo la lluvia o el calor agobiante de la sequía, varias mujeres arman los atados de acelga o lechuga que se consiguen en la verdulería. Entre sonrisas y mientras organiza un verdurazo en el Congreso por el 8 de marzo con sus compañeras, Liliana Subia dice con orgullo: «Somos las que producimos, las que sembramos y cosechamos para poder alimentar a nuestro pueblo». Su compañera Zulma Molloja agrega: «El tomate, el morrón, la miel, todo lo que se consume lo producimos con nuestras manos. Hacemos agroecología y cuidamos nuestra tierra como a nuestros cuerpos y territorios». Además del trabajo, ambas hacen —a través de la UTT— promoción en materia de derechos y ayudan a las compañeras que sufren violencia de género.

De la pregunta sobre la importancia de la labor de las campesinas se desprende otra, más urgente: ¿Qué reclaman hoy estas trabajadoras? El acceso a la tierra llega en cada respuesta. Liliana lo resume: «Somos importantes pero todos hacen oídos sordos. Con el sudor de nuestra frente y sin descanso seguimos adelante y luchando para tener acceso a la tierra y a una vivienda digna. Basta de que los patrones nos echen de las quintas».

En este momento, las mujeres de la tierra están cuidando una quinta o un gallinero; otras pudieron hacerse un tiempo y están preparándose para marchar.

Impulsan un proyecto de ley sobre acceso a la tierra para que ellas y sus familias puedan acceder a un crédito que les permita tener un terreno propio para trabajar. Pero esa propuesta permanece cerrado en algún cajón del Congreso. El mismo fue presentado en cuatro oportunidades: en tres de ellas perdió estado parlamentario.

Foto: Pedro Ramos

El 43% de la mano de obra agrícola del mundo

Según datos de las Naciones Unidas, las mujeres rurales son la cuarta parte de la población mundial. Son las que, principalmente, producen el alimento que consumimos en las zonas rurales y urbanas. Trabajan como agricultoras, labran con sus manos la tierra recuperando saberes que enseñaron las abuelas o que aprendieron junto a sus madres.

Pero, aclara la ONU, sufren de manera «desproporcionada» los múltiples aspectos de la pobreza y «pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor». Tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento.

Las mujeres también constituyen el 43 por ciento de la mano de obra agrícola del mundo. Sin embargo se enfrentan a una significativa discriminación respecto a la propiedad de la tierra y del ganado, a la igualdad de remuneración, a la participación en entidades responsables de la toma de decisiones y el acceso al crédito y a los servicios financieros. Menos del 20 por ciento de los propietarios de tierras en el mundo son mujeres.

La FAO estima que si las agricultoras tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres: el número de personas hambrientas en el mundo podría reducirse hasta en 150 millones (gracias a los aumentos de productividad).

Sin ir más lejos: los datos de Argentina

Según el Censo Nacional Agropecuario (2018), de los 210.664 establecimientos productivos gestionados por personas (84.358.935 millones de hectáreas), sólo el 20 por ciento estaban dirigidos por mujeres productoras. A su vez, el 52 por ciento de las mujeres productoras tenía entre 40 y 64 años de edad. El 31 por ciento pertenecían al rango etario de 65 y más años. Y el 16 por ciento tenía menos de 39 años. En cuanto a la educación, apenas el 23 por ciento completó la escolaridad obligatoria.

La mayor cantidad de tierras en manos de mujeres sobresale —en porcentajes y en relación al total de establecimientos— en Tierra del Fuego (28 por ciento de los 118 establecimientos pertenecientes a individuos); Santiago del Estero (29 por ciento de 14.369 establecimientos); Jujuy (42 por ciento de la tenencia sobre 8226 fincas); Salta (28 por ciento sobre 7954 propiedades); Catamarca (23 por ciento sobre un total de 9706); Corrientes (25 por ciento sobre un total de 9792); Chubut (21 por ciento sobre un total de 2815 fincas) y Chaco (15 por ciento sobre un total de 10.705);

En la zona núcleo la brecha entre el total y el porcentaje que pertenece a mujeres es más amplio. En Buenos Aires, de los 25.433 establecimientos que pertenecen a individuos solo 5280 (21 por ciento) están gestionados por mujeres. En Santa Fe, de las 15.054 fincas pertenecientes a personas físicas, sólo 2516 (el 17 por ciento) son de agricultoras. En Córdoba ese porcentaje desciende al 14 por ciento (2270) sobre un total de 5774 empresas. 

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